La úvea es una de las tres capas que componen el globo ocular, situada entre la esclera (capa externa) y la retina (capa interna). Y, en sí misma, se divide en tres estructuras: el iris, el cuerpo ciliar y la coroides.
Entre las principales funciones de la úvea destaca la regulación de la entrada de luz al ojo, el enfoque visual, el mantenimiento de la presión intraocular y el suministro de nutrientes a otras estructuras oculares, gracias a su composición rica en vasos sanguíneos.
Si se produce una inflamación en la úvea puede conllevar el desarrollo de uveítis, acompañada de síntomas como dolor, enrojecimiento del ojo, fotofobia y visión borrosa. Es importante mantener el control de la uveítis para prevenir complicaciones como el glaucoma, cataratas o un edema macular, pues si no se tratan pueden producir daños permanentes en la visión.