La rodopsina es una proteína fotosensible que se encuentra ubicada en los bastones del ojo, es decir, los fotorreceptores de la retina que se encargan de la visión en condiciones de baja luminosidad.
Esta proteína está formada por una proteína llamada opsina y un cromóforo llamado retinal, que es derivado de la vitamina A. Cuando la rodopsina está expuesta en condiciones de poca luz, se desencadenan una serie de reacciones químicas que generan una señal eléctrica en los bastones. Esta señal es enviada al cerebro a través del nervio óptico, donde es procesada y se genera una imagen en visión nocturna.
Así pues, la rodopsina se descompone bajo luz intensa y se regenera en la oscuridad, ayudando a detectar la luz tenue y permitiendo que los ojos se adapten a cambios en la iluminación. Por eso, la visión diurna depende principalmente de los conos, que son capaces de captar colores y detalles en ambientes de mucha luminosidad.
Asimismo, si existen alteraciones en la rodopsina pueden causar problemas visuales como la ceguera nocturna o la retinosis pigmentaria, una enfermedad degenerativa que afecta la visión periférica y nocturna.