El ectropión congénito es una malformación poco común del párpado que se presenta desde el nacimiento y consiste en la eversión del borde palpebral, es decir, el párpado inferior se encuentra girado hacia fuera, dejando expuesta la superficie interna del párpado y, en muchos casos, parte del globo ocular. Esta anomalía puede provocar irritación ocular, lagrimeo constante (epífora), enrojecimiento e incluso úlceras corneales si no se trata adecuadamente.
Su origen suele estar en una debilidad del músculo orbicular del ojo o en una piel anormalmente tensa. En algunos recién nacidos, el ectropión congénito puede surgir de forma aislada, pero en otros casos puede estar asociado a síndromes genéticos o displasias cutáneas, como el síndrome de Down o el ictiosis.
El diagnóstico del ectropión congénito suele hacerse mediante exploración física al nacer. En los casos leves, puede resolverse de manera espontánea o con medidas conservadoras como hidratación ocular y protección mecánica. Sin embargo, si la afección persiste o se agrava, se recomienda realizar una intervención quirúrgica para restaurar la anatomía del párpado y preservar la función visual.