Es cierto que las cejas y las pestañas son zonas del rostro muy cuidadas desde siempre, sobre todo por las mujeres. De hecho, la depilación y el maquillaje entran en juego para mantener los cánones de belleza relacionados con estas zonas tan definidas pero, ¿para qué sirven realmente las cejas y pestañas?
La función de cejas y pestañas no es otra que la de ejercer una labor de protección del ojo, ya sea desde una zona algo más distante al mismo, como es el caso de las cejas; o más próxima, como las pestañas.
Doble función de las cejas
Las cejas están situadas en los arcos supraciliares del rostro, entre 1 y 2 centímetros por encima de los ojos. Unas personas las tienen más pobladas que otras y por eso se podría decir que unos ojos están más protegidos que otros en este sentido. Esto es así porque las cejas se posicionan como una barrera protectora que desvían el paso del sudor, polvo o cualquier agente externo que pudiera poner en peligro nuestra visión. Además, limita la entrada de luz o radiación solar en exceso. Algunos jugadores de fútbol americano pintan de negro la parte superior de los pómulos para mejorar su visión evitando brillos y reflejos de las luces del estadio cumpliendo la misma función que las cejas.
La longitud del pelo de las cejas no es comparable a la del cabello de la cabeza, dado que el límite de crecimiento en este caso se sitúa en torno a los 2 centímetros. Sin embargo, sí que es cierto que la estructura es muy semejante, puesto que encontramos escamas de queratina y folículos que pasan por un periodo de crecimiento de aproximadamente un mes para después morir (se caen). Cuando sólo se pierden los pelos de la parte exterior de las cejas puede ser síntoma de que padecemos el síndrome de Hashimoto (tipo crónico de hipotiroidismo), más frecuente en Japón, donde se consume mucho yodo, de ahí su nombre. Las pestañas también pueden desaparecer (madarosis) a causa de hipertirodismo.
Existe una segunda función de las cejas mucho menos conocida. Se trata de una función comunicativa muy relacionada con el lenguaje no verbal. Son una especie de enfatizadores de las palabras y transmisores de emociones. La postura de la frente, subrayada por las cejas, es lo que nos comunica de manera visual qué es lo que está sintiendo el interlocutor.
Existe una anécdota de Mick O´Hare (famoso escritor británico) al respecto del valor comunicativo de las cejas:
Una amiga que tenía inmovilizadas las cejas porque le habían puesto inyecciones de Botox en las arrugas de la frente fue la que me hizo considerar la importancia de la posición de las cejas como indicación del estado de ánimo. Hablar con ella se convirtió en una experiencia desconcertante: la mitad inferior de la cara seguía teniendo movilidad, pero las cejas no. No podía deducir su estado de ánimo con exactitud observando su expresión, y necesitaba utilizar otras claves como lo que hacía o lo que decía.
Protección próxima de las pestañas
Las pestañas crecen directamente desde el borde de los párpados y tienen la misma función que las cejas, pero en una distancia menor respecto al ojo, siendo más importante la función de filtro de radiación solar en este caso. Se trata de unas 300 pestañas distribuidas entre los párpados superiores e inferiores de cada ojo con un objetivo claro: impedir el paso de agentes externos perjudiciales para los ojos y evitar la radiación solar que, de no ser por su labor, podría influir negativamente en nuestra visión.
La vida media de las pestañas está en torno a los cinco meses, fecha límite en la que suelen caerse para volver a comenzar su crecimiento posterior. Del mismo modo que las cejas, las pestañas también pueden perderse como síntoma de un hipotiroidismo (madarosis).
Por todas estas razones, resulta fundamental extremar las precauciones y los cuidados de los ojos pero también de cejas y pestañas a las que muchos no dan la importancia que merecen. De hecho, no se recomienda teñir ni utilizar ningún producto dañino para la piel en estas zonas del rostro puesto que son extremadamente sensibles.