Los conos del ojo son un tipo de fotorreceptores que se encuentran ubicados en la retina y se encargan de la visión en color y de la agudeza visual en condiciones de buena iluminación.
A diferencia de los bastones, los conos son más eficaces bajo luz intensa, permitiendo una percepción detallada y nítida de los objetos, por lo que su función es vital para la visión diurna y la identificación de colores.
El ser humano tiene alrededor de 6 a 7 millones de conos en cada ojo y se localizan en su mayoría en la mácula, específicamente en la fóvea, que es la región central de la retina donde se produce la visión más precisa. Así pues, existen tres tipos de conos, cada uno sensible a diferentes longitudes de onda de la luz: rojo, verde y azul. Estos tres tipos permiten combinar los colores y generar una percepción completa del espectro cromático.
Si los conos del ojo sufren alteraciones por enfermedades como la degeneración macular o el daltonismo, debido a su ubicación central puede producirse la pérdida de la visión central o la incapacidad de distinguir ciertos colores.