La película lagrimal está compuesta por 3 capas; acuosa, lipídica y mucosa. La capa acuosa se produce fundamentalmente a nivel de la glándula lagrimal situada en la porción superoexterna de la órbita, y en menor medida en las glándulas accesorias de Wolfring y Krausse. Por su parte, el componente lipídico es sintetizado en las glándulas de Zeiss y de Meibomio y su función es la de impermeabilizar la lágrima de forma que su evaporización se retrase y ejerza su efecto lubrificante durante más tiempo. La capa mucosa constituida por mucina que es segregada por las células caliciformes tiene como función permitir que la película lagrimal quede adherida a la superficie ocular.
Tipos de lágrima
Existen 3 tipos de lágrimas, cada una de ellas con una composición química notablemente distinta; las lágrimas basales, las lágrimas reflejas, y las lágrimas emocionales.
Lágrima «normal»
El primer tipo corresponde a aquellas lágrimas que producimos de forma continua a lo largo del día y que permiten una buena función y salud ocular. Sus funciones más destacadas incluyen la función lubricante para humedecer la superficie corneal, óptica, metabólica, bacteriostática y protectora frente a detritos y cuerpos extraños. En cuanto a su composición, se encuentra formada en un 98% aproximadamente por agua, siendo el 2% restante glucosa, urea, electrolitos (sodio, potasio y cloro) y proteínas, entre las que destacan la albúmina, lactoferrina, lisozima e inmunoglobulinas (en especial IgA).
Lágrima refleja
En cuanto a las lágrimas reflejas, éstas se producen ante un estímulo que resulta nocivo para el ojo. Cualquier cuerpo extraño que contacte con la superficie corneal o sustancia bioquímica que reaccione con ella (por ejemplo al pelar cebollas), estimulará los quimiorreceptores y terminaciones nerviosas localizadas en la córnea, y con ello el sistema quimiosensitivo trigeminal que fomentará el lagrimeo para proteger al ojo. En estas situaciones, y en aquellas patologías como el síndrome de ojo seco o cualquier inflamación que ocasione irritación ocular, la composición de la lágrima se encuentra ligeramente alterada. En estas lágrimas encontraremos una menor cantidad de proteínas (disminuyen las globulinas, lactoferrina, lisozima…) así como el componente acuoso en el caso del síndrome del ojo seco.
Lágrima emocionales
Sin embargo, las lágrimas que más curiosidad despiertan entre los investigadores son las lágrimas emocionales, sobre las que se han formulado numerosas hipótesis aunque no una causa etiológica clara. La composición de estas lágrimas se caracteriza por ser mucho más compleja que las anteriores, pues contiene ciertas sustancias que el cerebro produce ante situaciones de estrés o gran contenido emotivo como la prolactina, hormona adrenocorticotropa y leu-encefalina (analgésico natural). Se cree que esto es reflejo de una de las causas por las que lloramos, al necesitar el organismo liberar esas sustancias cuya acumulación resultaría nociva, y de hecho, con el llanto obtenemos cierta “descompresión emocional”. A pesar de resultar esto una explicación bastante razonable, son muchos los que opinan que el principal motivo por el que lloramos no es este, sino que empleamos el llanto como medio de comunicación no verbal. Con él, despertamos la empatía de los demás, resultando un buen método para obtener atención, apoyo, o auxilio. Además el llanto fortalece las relaciones interpersonales, lo cual es de gran importancia en una especie social como lo es la humana. Esto resulta de vital importancia sobre todo en los niños, ya que antes de hablar son capaces de llorar, siendo ésta su única manera de expresar frustración, dolor o temor.