El glaucoma es una enfermedad común, que ocurre con mayor frecuencia en la vejez. Su incidencia es de entre el 2 y 4% de la población mayor de 40 años, mientras que en la población mayor de 80 años su incidencia está por encima del 6%. La principal consecuencia de esta enfermedad una vez alcanza estadios avanzados es el daño en el nervio óptico debido, entre otras causas, al aumento de la presión intraocular que con el tiempo daña sus fibras de forma irreversible. Tanto es así que, según la OMS, el glaucoma es la primera causa de ceguera irreversible en el mundo.
La mayor parte de los casos de ceguera por glaucoma se deben al diagnóstico tardío de la enfermedad ya que en la mayoría de los casos el glaucoma ocurre sin signos de dolor, y la mayoría de los pacientes no sienten una pérdida (estrechamiento) de su campo visual. Por lo tanto, lamentablemente, un número significativo de pacientes es diagnosticado en las etapas avanzadas de la enfermedad pasados muchos años de daño al nervio óptico debido a la presión intraocular elevada sin tratamiento.
Una historia conocida de pérdida de visión por glaucoma es la de Kirby Puckett, jugador profesional de béisbol en los Estados Unidos, quien sufrió sin saberlo de glaucoma avanzado. Fue diagnosticado una vez había perdido toda la visión de un ojo, mientras que en el otro ya tenía un daño significativo del nervio óptico. La exposición de esta historia en EEUU llevó a una mayor conciencia pública acerca de la necesidad de la realización de revisiones oftalmológicas a partir de los 40 años, incluso si la persona carece por completo de síntomas. Estas revisiones son particularmente importantes si algún familiar cercano sufre de glaucoma pues esta enfermedad cuenta con factor genético importante.
Hoy en día y con una detección temprana de los síntomas del glaucoma es posible tratarlo con éxito, utilizando medicamentos en forma de gotas, con láser y en casos más complejos, a través de cirugía.
¿Cómo se diagnostica el glaucoma?
Dado que la enfermedad es, por lo general, asintomática. Son varias las señales tempranas de alerta acerca del glaucoma que deben comprobarse en una revisión oftalmológica. La más evidente de ellas suele ser la presión intraocular elevada, que es la principal causante del deterioro final del nervio óptico.
Para evaluar el estado del nervio óptico se han desarrollado varios instrumentos de imagen que nos permiten medir el espesor de la capa de fibras nerviosas de la retina que es la más interna. Esta capa está compuesta por los axones de las células del ganglio, los mismos axones que se unen para formar el nervio óptico. Es posible valorar el avance de la enfermedad por el espesor de esta capa que oscila entre 30 y150 micras, dependiendo de la ubicación en la retina. La capacidad de medir con precisión esta capa es sin duda un gran avance en el diagnóstico y seguimiento de pacientes de glaucoma.
Existen dos métodos para medir la gravedad de los daños causados por el glaucoma. El examen del campo visual da un indicio de daño funcional, mientras que el aspecto del nervio óptico y aún más, las fibras nerviosas retinales, proporcionan una indicación de la pérdida de tejido nervioso. Mientras que el campo visual es un examen subjetivo de 20-30 minutos de duración, ahora nosotros podemos obtener una imagen del daño ocasionado al nervio óptico en una prueba que dura apenas unos minutos, no requiere de dilatación de la pupila y es totalmente objetiva.
Un nuevo dispositivo se incorpora al diagnóstico del glaucoma, se llama Escaneo Polarímetro Láser (GDx) y permite una medición exacta de las fibras retinianas. Además, repitiendo esta prueba cada ciertos meses nos permite monitorizar la progresión de la enfermedad. Gracias al GDx somos capaces de ajustar el tratamiento apropiado basándonos en la severidad de la enfermedad en cada ojo.
¿Cómo funciona el GDx?
Esta prueba oftalmológica llamada GDx analiza la retina en aproximadamente un segundo y crea un mapa detallando del grueso de la capa retiniana y fibras nerviosas de la retina central, en particular en la región que rodea el nervio óptico. Esta imagen se basa en un cambio en la polaridad de los rayos de luz, polaridad que cambia en función del espesor de la capa de fibras nerviosas retinales en cada punto en la retina. La máquina proporciona, más allá de las mediciones de espesor real, también un análisis estadístico que indica el nivel de daño en cada área de la retina.
Gracias a este dispositivo GDx somos capaces de mejorar sustancialmente el diagnóstico y seguimiento de nuestros pacientes de glaucoma.