La dilatación pupilar como adaptación a los cambios lumínicos para permitir la entrada de más luz hacia la retina, es bien conocida. Dicha capacidad constituye el denominado reflejo fotomotor y es llevado a cabo por dos músculos principalmente, el músculo dilatador de la pupila y el músculo esfínter de la pupila, ambos situados en el iris.
Lo curioso es que además de a estímulos lumínicos, se ha observado que la pupila también responde con variaciones en su diámetro a otro tipo de estímulos como son estímulos cognitivos o emocionales. Aunque el mecanismo exacto por el que esto se produce es todavía desconocido, resulta relevante recalcar el hecho de que el área cerebral encargada de ensamblar las imágenes que vemos, la corteza visual, no se corresponde con las regiones anatómicas encargadas de la apertura o cierre pupilar. Entre ellas la más destacada es el área pretectal (también conocida como área de Ransow) y pertenece a una parte filogenéticamente más antigua del sistema nervioso central encargada de otros reflejos y funciones involuntarias como la respiración o el latido cardiaco. Debido a que estas funciones autónomas están muy relacionadas con el estado anímico, tiene sentido que al igual que el corazón acelera su frecuencia de forma involuntaria ante una emoción, que las pupilas también respondan de forma inconsciente ante un estímulo afectivo.
¿Cómo se mide el diámetro pupilar?
Se ha observado que la variación del diámetro pupilar ante estímulos emocionales o cognitivos ocurre en una escala menor a la que actúa el reflejo fotomotor, es decir, las variaciones son más sutiles. Para estudiar este fenómeno los científicos emplean la pupilometría, la cual hace referencia a la medición del tamaño pupilar y por tanto de su variación ante determinadas condiciones. Al ser las variaciones tan pequeñas pueden emplearse como métodos de medición cámaras infrarrojas, manteniendo siempre otros factores tales como la luminosidad o la distancia que pudiesen afectar al tamaño pupilar constantes.
Relaciones del diámetro pupilar con los procesos
Abandono o rendimiento
A nivel cognitivo, el psicólogo D. Kahneman (Universidad de Princeton) describió una relación directa entre tamaño pupilar y dificultad de una tarea, lo cual se traduce en que cuando estamos procesando información para tratar de solventar un problema, nuestras pupilas sufren un pequeño aumento en su diámetro, mayor a más esfuerzo mental precisemos para llevar a cabo dicha tarea. De sus investigaciones se deduce que la dilatación se mantiene hasta que el sujeto encuentra la respuesta o deja de intentarlo, momento en el cual las pupilas vuelven a contraerse. En una de ellas, pidió a los sujetos que recordaran una serie de dígitos, y mientras lo hacían sus pupilas aumentaban de forma proporcional, y disminuyeron también progresivamente mientras descargaban esos dígitos de su memoria. De hecho, Kahneman afirmó en sus publicaciones que podía deducir cuando alguien se había dado por vencido en una tarea simplemente observando su dilatación pupilar.
Toma de decisiones
Otros trabajos, como el llevado a cabo por Wolfgang Einhäuser-Treyer, neurofísico en la Uniersidad de Marburgo, también respaldan esta idea. Según este investigador “la dilatación pupilar puede desvelar la decisión de un individuo antes de que ésta sea abiertamente revelada”. En su estudio, los participantes debían pulsar un botón en cualquier momento durante un intervalo de 10 segundos. La dilatación de sus pupilas coincidió con la toma de sus decisiones, de forma que 1 segundo antes de pulsar el botón, sus pupilas comenzaron a dilatarse, haciéndose máxima la dilatación 1-2 segundos después. De hecho, las conclusiones que derivan de estos resultados son puestas en práctica en la vida cotidiana en determinadas situaciones como partidas de póquer, donde muchos jugadores usan gafas de sol para evitar que la variación en su diámetro pupilar pueda desvelar una jugada.
Procesos emocionales
Por otra parte, en el plano emocional se ha observado que estímulos con connotaciones emocionales producen un aumento del diámetro pupilar, siendo aquellas con connotaciones negativas las que producen una dilatación pupilar mayor. Un estudio clásico al respecto es el llevado a cabo por Harrison et al. en el cual se observa que el tamaño pupilar en sujetos con caras tristes, influye en el juicio sobre la cara de tristeza realizado por un observador, estando esto correlacionado con activación de regiones cerebrales encargadas de lidiar con las emociones. Sin embargo, lo más sorprendente es que las propias pupilas del observador mimetizan a las del sujeto con facies triste, dilatándose también. Por ello, puede concluirse de este estudio que el tamaño pupilar podría funcionar como una herramienta social que nos permite empatizar con los que nos rodean en un plano cercano.
Patologías psiquiátricas relacionadas
A nivel práctico, esto puede ser interpretado como una excelente forma de detallar y predecir determinadas patologías psiquiátricas donde el plano afectivo se encuentra alterado como es la depresión o la esquizofrenia, en las que no hay marcadores específicos para caracterizarlas. En el caso de los sujetos depresivos por ejemplo, al tener un aplanamiento emocional, las pupilas no responden ante estímulos emocionales del mismo modo que en otros sujetos, siendo la dilatación pupilar menor.
Hasta el momento en el que los resultados de estos estudios sean aplicados en la práctica clínica y la vida cotidiana, lo único que podemos afirmar es que parece cierto el dicho de que “los ojos son el espejo del alma”.