La anisometropía es un trastorno ocular por el que existe una diferencia significativa de capacidad de refracción ocular entre los dos ojos, ya sea por el padecimiento de distintos defectos refractivos (miopía, hipermetropía, astigmatismo) o porque presentan graduaciones muy distintas (a partir de 3 dioptrías) con el mismo defecto refractivo.
Cuando esta condición es leve, el cerebro puede compensar las imágenes y ofrecer una buena visión, pero si la diferencia es grande, pueden surgir síntomas como visión borrosa, fatiga visual, dolores de cabeza o incluso ambliopía en el ojo con mayor defecto.
El diagnóstico y tratamiento de la anisometropía de manera temprana es esencial, especialmente en niños para evitar complicaciones en su desarrollo visual.
El tratamiento puede variar dependiendo de la severidad de la afección y el impacto en la visión del paciente. Este puede incluir el uso de gafas con diferentes graduaciones, lentes de contacto o incluso intervenciones quirúrgicas, como por ejemplo LASIK, PRK, lentes ICL o cirugía de cristalino, con el fin de corregir la diferencia refractiva, aumentar la visión binocular y mejorar la calidad visual del paciente.